No trabajamos con recetas, porque cada persona necesita cosas distintas. A veces será necesario explorar heridas del pasado que siguen activas hoy. Otras, aprender nuevas formas de afrontar el presente. Habrá momentos de comprensión, otros de emoción, y también de silencio. Todo tiene su lugar.
Integro distintos enfoques terapéuticos (como EMDR, terapia cognitivo-conductual, terapia centrada en el apego o enfoques humanistas), eligiendo lo más útil para ti en cada fase del proceso.
En sesión exploramos tanto los pensamientos como las emociones, los patrones de conducta y las sensaciones corporales. Esto nos permite acceder a un nivel de comprensión más completo y profundo.
Más allá de las técnicas, creo que lo más importante es la relación terapéutica: un espacio donde te sientas escuchado/a, sin juicio, con autenticidad y respeto.
El objetivo no es solo aliviar síntomas, sino ayudarte a comprender qué te ocurre, fortalecer tus recursos y generar un cambio real y duradero en tu forma de relacionarte contigo mismo/a y con los demás.